Cuando Valentino conoció a Dante supo que quizá por él
podría hacer algo que no se había atrevido a hacer por nadie más… aceptar su
homosexualidad ante el mundo entero.
Se conocieron en una fiesta de un amigo mutuo. Ambos
vestían muy bien así que el “clic” se dio de inmediato. Luego de algunas
bebidas, un par de cigarrillos y uno que otro coqueteo, ambos se confesaron
mutuamente sus preferencias sexuales entre nervios y “mariposas en el estómago”.
Después de esa fiesta salieron un par de veces más acompañados
de sus amigos, otro par de veces al cine y a comer y de repente un día se
encontraron los dos solos en el departamento de Valentino bebiendo y
jugueteando. Esa noche no tuvieron relaciones, en lugar de eso abrieron sus
corazones y luego de derramar un par de lágrimas se metieron entre las finas sabanas
de la cama de Valentino y permanecieron abrazados toda la noche.
Dos semanas más tarde y ante el asombro de algunos amigos
y conocidos, Dante se mudaba al departamento de Valentino y comenzaban a vivir
juntos (sin que la familia de Valentino lo supiera). Las cosas marchaban de
maravilla; dividían gastos, desayunaban, comían y cenaban juntos.
Parecían ser
una pareja estable hasta que un día, y por “accidente” Valentino leyó una
comprometedora conversación entre Dante y su ex novio Osmar, en la computadora
de Dante, en la que éstos mostraban de
nuevo muy cercanos.
Valentino trato de hablar con Dante pero este solo
respondía con negativas y amenazas de marcharse si Valentino seguía tratando de
“controlar su vida”.
- ¿Qué puedo hacer? – me dijo Valentino.
- No lo sé – respondí – ¿tú lo amas?
- Bueno, ¿recuerdas cuando tú y yo salíamos y sentía
pavor tan solo de imaginar en decirle a mis padres sobre mi sexualidad?
- No necesitas recordármelo, por ello fue que
terminamos.
- Pues bien, por él estoy dispuesto a declararme
abiertamente gay… o eso pensaba hacer.
- Explícate.
- No puedo simplemente pedirle que deje de hablarle a su
ex novio, ni que deje de tener pláticas “extrañas” con otras personas… no
acordamos exclusividad.
- ¿No viven juntos? – cuestioné.
- Pues sí, pero parece que hoy en día el vivir juntos y
el ser exclusivos son cosas muy distintas.
- Valentino, tienes 23 años – le dije.
- ¿Y eso que significa? – preguntó arqueando las cejas -
¿Que debo simplemente dejar al primer hombre con el cual me he sentido
conectado y por el cual lo daría todo?
- ¡Auch!
- Lo siento, no fue mi intención. Creo que debo hablar
seria y firmemente con él – me dijo – exponerle mis necesidades y darle un
ultimátum. Es solo que, no quiero que piense que lo quiero controlar.
- ¿Qué es lo que quieres realmente? – pregunté.
- Quiero que deje de hacer todas esas cosas que me
molestan que haga; que deje de conocer gente y coquetear con ellos. Que sea
suficiente para él estar solo conmigo.
- Bueno – le dije – no estoy tan seguro del uso de la
palabra “ultimátum”, pero creo que está bien que le digas lo que sientes y lo
que necesitas.
Una semana más tarde, Osmar, el ex novio de Dante y el
cual no vivía en la ciudad se estaba hospedando en el departamento de Valentino
mientras que un devastado y confundido Valentino se quedaba a dormir en casa de
una amiga imaginando como Dante y Osmar tenían relaciones sexuales
desenfrenadas noche tras noche en su propia cama.
¿Por qué Valentino los dejo solos en su propio
departamento? Bueno, él dice que “ojos que no ven, corazón que no siente”.