miércoles, 16 de mayo de 2012

- La ciudad del Sol naciente -


Cuando vives en una ciudad altamente industrializada como en la que vivo yo, rápidamente te das cuenta de los distintos matices y contrastes de ésta.

Somos frontera y colindamos con el estado “más rico” de la unión americana por lo cual nuestras costumbres están un tanto “americanizadas”. Por ejemplo, en lugar de festejar el día de muertos los niños van por las calles vestidos de vampiros y demonios pidiendo “Tricky, tricky”. Nos preocupan más el “Día de acción de gracias”, sus ventas con precios ''de locura'' y la cotización del peso frente al dólar que los resultados de la bolsa mexicana de valores o los altares de muertos y algunas tradiciones. Por las calles nos topamos con más gente de Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Cuba, Japón y China que con gente nativa.

Vivo en una ciudad donde predomina la gente con buen gusto por la moda (con sus debidas excepciones). Una pasarela de alta costura en un país en vías de desarrollo. Calles sin pavimentar que se fusionan con modernos desniveles y corredores industriales. Si, definitivamente muchos matices, colores y gente construyendo sueños.

Somos alrededor de un millón de habitantes y durante un breve instante creí que era el único chico gay que buscaba el verdadero amor… en ocasiones aun lo creo.

Mi nombre es Eduardo y soy un chico de veinticinco años que acaba de pasar por un doloroso rompimiento, por lo que en este momento estoy tratando de unir los pedazos de mi vida. Si, quizá para muchos suene un tanto dramático o “telenovelesco”, pero lo cierto es que Ernesto fue mi primer amor y luego de casi cuatro años juntos teníamos ya toda la vida planeada.

¿Por qué decidí comenzar a escribir? Bueno, mi terapeuta (de la que hablaré más adelante) lo llama “Catarsis literaria”. Supongo que de alguna manera me ayuda a aclarar mi mente, superar la ruptura y quizá hasta alcanzar un punto clave en este relato… recuperar mi identidad.

Pero, después de todo, ¿qué sería de mi historia si de vez en cuando no me remontara algunos ayeres y contara alguno de esos pasajes que me trajeron al momento donde me encuentro el día de hoy? Digo, quizá mi historia no sea la mejor historia del mundo o la más divertida. Al final siempre habrá gente que haya viajado más que yo o vivido cosas más intensas. Sin embargo, mi historia es mía y quizá incluso a alguien le sirva ya sea a manera de ejemplo o lección… aun si tardo 365 días en superar un rompimiento.


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