Luego de
unos minutos de rondar el perímetro interior del billar en busca de una mesa
libre nos establecimos en una que parecía abandonada en un rincón. Rápidamente
uno de los meseros se aproximo a nosotros y pregunto si deseábamos ordenar algo
de beber. La verdad era que no me apetecía tomar algo en ese momento, pero
luego de la insistencia del mesero accedí a beber una cerveza. “¿Algo para su
novia?” dijo el mesero mientras nos miraba a mi amiga Josie y a mí con una sonrisa picara.
- Ella no
es mi novia – contesté.
- Es gay
– respondió Josie al mesero.
En ese
momento el mesero abrió los ojos como si hubiera visto un fantasma. ¿Qué a caso
nunca había visto un gay/bisexual? De repente sentí las profundas miradas de
las amigas de Josie que ya murmuraban si la declaración respecto
a mi sexualidad era verdadera.
- No, no
soy gay – negué nuevamente – y si, a mi tráigame la cerveza y a mi amiga
tráigale arsénico.
Al tomar
el asunto como una broma el mesero sonrió al igual que las amigas de Josie quienes siguieron
debatiendo como dividir los equipos para el juego.
- ¿Por
qué dijiste lo de ser gay? – pregunté a Josie.
- Era
solo una broma – respondió
- Cada
vez se vuelve más real – le dije.
- ¿Te
preocupa lo que un mesero piense de ti?
- Me
preocupa lo que tus amigas piensen de mí.
- ¿Por
qué? Son mis amigas, las conozco.
- Yo no.
Y si me gusta estar con hombres o mujeres ese es asunto mío - El debate se vio
inmediatamente interrumpido por una de las amigas de Josie (la más robusta) quien al no darse
cuenta que uno de los tacos del juego estaba tirado, fue a su encuentro
plasmando su trasero en el suelo de un solo golpe.
-
Perdóname – me dijo Josie.
-
Descuida, después de todo es verdad – contesté – además, por ver caer a
una de tus amigas valen la pena la vergüenza y las miradas.
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