sábado, 12 de enero de 2013

El judío errante (Segunda Parte)


Antes de llegar a casa de mi judío le llame a mi amiga Geraldine para contarle lo que me disponía a hacer.
Geraldine es una de mis amigas más queridas de la facultad y se ha convertido en una de mis redes de apoyo más fuertes luego de mi rompimiento con Ernesto. De hecho, el rompimiento con Ernesto nos ha dado la oportunidad a Geraldine y a mí de volvernos más cercanos y puedo decir que además de verme beneficiado por su apoyo, también he visto en ella un gran cambio… un cambio interno.
Siempre ha sido una chica directa, de carácter fuerte y un tanto intolerante. La clase de personas que regularmente tienen conflictos con otras personas debido a su naturaleza. Sin embargo, últimamente me he dado cuenta de que dichas reacciones son únicamente una coraza que utiliza como protección a algunas situaciones personales.

- Voy a salir con Ernesto 2 – le dije cuando contesto el teléfono.
¿Qué? – respondió sorprendida - ¡Por Dios! ¿No es muy pronto?
No. Estoy harto de sentir lastima por mí mismo. Estoy cansado de pensar que Ernesto está saliendo con alguien más o revolcándose con otro. Necesito salir, distraerme y pasar un buen rato.
No sé si estés preparado para acostarte con otra persona – me dijo.
No estoy diciendo que me acostaré con él – respondí – No te mentiré, en un principio fue parte del plan pero ahora siento que eso no me hará sentir mejor así que simplemente me tomaré un par de cervezas con él y sostendremos una conversación que no tenga absolutamente nada que ver con Ernesto.
Tendrán sexo, lo sé.
- ¡No! Geral, entiéndeme. De hecho, tú me ayudaras a que eso no suceda.
¿Y cómo piensas que te puedo ayudar con eso?
Fácil. Si yo veo que la conversación se está desviando o presiento que la situación se está poniendo “caliente” te enviare un mensaje a tu teléfono y me llamarás diciéndome que surgió algo y que necesitas urgentemente que vaya contigo.
De acuerdo – respondió - ¿ya llegaste?
Sí, estoy estacionado frente a su apartamento.
Envíame la dirección. No vaya a ser que suceda algo y…
¿Cómo que sea un secuestrador o un violador en un disfraz de judío homosexual?
Exacto. Recuerda que caras vemos… perversiones sexuales no sabemos.

Luego de terminar la llamada con Geraldine le envié un mensaje de texto con la dirección de Ernesto 2 para (usando sus propias palabras) en caso de que sucediera algo.

Descendí del auto y luego de ver mi reflejo en la ventanilla delantera para comprobar lo bien que me miraba y me puse en marcha hacia la puerta del apartamento para ir a su encuentro.

Pasa Eduardo – me dijo al abrir la puerta.
Hola, ¿cómo estás? – respondí.

Se miraba mejor de lo que recordaba. No es muy alto, sin embargo siempre ha tenido muy buen cuerpo ya que además de asistir al gimnasio practica (y es instructor) de yoga.

Muy bien ¿tú que me cuentas? – me preguntó sonriendo – te ves muy bien, por cierto.
Gracias. Vengo de una presentación importante de la maestría y puedo decir que me fue muy bien.
¡Qué bien! – exclamó - Me da mucho gusto por ti. Me sorprende que hayas llamado… no recuerdo cuantas veces evadiste mis invitaciones a salir.
Bueno, tú sabes que estaba con alguien…
¿Eso quiere decir que ahora estás soltero? – me interrumpió para preguntar - ¿Qué sucedió? ¿Cuándo pasó?
No quiero hablar realmente de eso – le dije – y fue hace un par de meses… quizá tres meses – no tuve el valor de decirle que había sucedido tan solo un par de semanas atrás.

¿Quieres una cerveza?
Si, ¿Por qué no? – respondí.

Inmediatamente después de mi afirmación se levantó en dirección a la cocina y regresó con dos cervezas.

Otro par de cervezas, algunos chistes y una larga conversación sobre lo que esperábamos para el futuro después, me sentía un tanto mareado. No sé exactamente si fue por las cervezas que eran de una marca que no acostumbraba a beber o si era porque no tenía otra cosa en el estómago, pero así era… estaba mareado. ¿A caso había puesto algo en mi cerveza?

No hay comentarios:

Publicar un comentario