Antes de
llegar a casa de mi judío le llame a mi amiga Geraldine para contarle lo que me
disponía a hacer.
Geraldine
es una de mis amigas más queridas de la facultad y se ha convertido en una de
mis redes de apoyo más fuertes luego de mi rompimiento con Ernesto. De hecho,
el rompimiento con Ernesto nos ha dado la oportunidad a Geraldine y a mí de
volvernos más cercanos y puedo decir que además de verme beneficiado por su
apoyo, también he visto en ella un gran cambio… un cambio interno.
Siempre
ha sido una chica directa, de carácter fuerte y un tanto intolerante. La clase
de personas que regularmente tienen conflictos con otras personas debido a su
naturaleza. Sin embargo, últimamente me he dado cuenta de que dichas reacciones
son únicamente una coraza que utiliza como protección a algunas situaciones
personales.
- Voy a salir con Ernesto 2 – le dije cuando contesto el teléfono.
- ¿Qué? – respondió sorprendida - ¡Por Dios! ¿No es muy pronto?
- No. Estoy harto de sentir lastima por mí mismo. Estoy cansado de
pensar que Ernesto está saliendo con alguien más o revolcándose con otro.
Necesito salir, distraerme y pasar un buen rato.
- No sé si estés preparado para acostarte con otra persona – me
dijo.
- No estoy diciendo que me acostaré con él – respondí – No te
mentiré, en un principio fue parte del plan pero ahora siento que eso no me
hará sentir mejor así que simplemente me tomaré un par de cervezas con él y
sostendremos una conversación que no tenga absolutamente nada que ver con
Ernesto.
- Tendrán sexo, lo sé.
- ¡No! Geral, entiéndeme. De hecho, tú me ayudaras a que eso no
suceda.
- ¿Y cómo piensas que te puedo ayudar con eso?
- Fácil. Si yo veo que la conversación se está desviando o presiento
que la situación se está poniendo “caliente” te enviare un mensaje a tu
teléfono y me llamarás diciéndome que surgió algo y que necesitas urgentemente
que vaya contigo.
- De acuerdo – respondió - ¿ya llegaste?
- Sí, estoy estacionado frente a su apartamento.
- Envíame la dirección. No vaya a ser que suceda algo y…
- ¿Cómo que sea un secuestrador o un violador en un disfraz de judío
homosexual?
- Exacto. Recuerda que caras vemos… perversiones sexuales no
sabemos.
Luego de
terminar la llamada con Geraldine le envié un mensaje de texto con la dirección
de Ernesto 2 para (usando sus propias palabras) en caso de que sucediera algo.
Descendí
del auto y luego de ver mi reflejo en la ventanilla delantera para comprobar lo
bien que me miraba y me puse en marcha hacia la puerta del apartamento para ir
a su encuentro.
- Pasa Eduardo – me dijo al abrir la puerta.
- Hola, ¿cómo estás? – respondí.
Se miraba
mejor de lo que recordaba. No es muy alto, sin embargo siempre ha tenido muy
buen cuerpo ya que además de asistir al gimnasio practica (y es instructor) de
yoga.
- Muy bien ¿tú que me cuentas? – me preguntó sonriendo – te ves muy
bien, por cierto.
- Gracias. Vengo de una presentación importante de la maestría y
puedo decir que me fue muy bien.
- ¡Qué bien! – exclamó - Me da mucho gusto por ti. Me sorprende que
hayas llamado… no recuerdo cuantas veces evadiste mis invitaciones a salir.
- Bueno, tú sabes que estaba con alguien…
- ¿Eso quiere decir que ahora estás soltero? – me interrumpió para
preguntar - ¿Qué sucedió? ¿Cuándo pasó?
- No quiero hablar realmente de eso – le dije – y fue hace un par de
meses… quizá tres meses – no tuve el valor de decirle que había sucedido tan
solo un par de semanas atrás.
- ¿Quieres una cerveza?
- Si, ¿Por qué no? – respondí.
Inmediatamente
después de mi afirmación se levantó en dirección a la cocina y regresó con dos
cervezas.
Otro par
de cervezas, algunos chistes y una larga conversación sobre lo que esperábamos
para el futuro después, me sentía un tanto mareado. No sé exactamente si fue
por las cervezas que eran de una marca que no acostumbraba a beber o si era porque
no tenía otra cosa en el estómago, pero así era… estaba mareado. ¿A caso había
puesto algo en mi cerveza?
No hay comentarios:
Publicar un comentario